sábado, mayo 30, 2009

Culto al Cuerpo



La utilización, el reconocimiento, el disfrute de nuestro cuerpo puede ser hermoso y liberador (por algo ha combatido y negado siempre la Iglesia nuestra libertad de decidir sobre él), pero puede ser también alienante. Si con la revolución sexual de los 60 (llamada así en un reduccionismo muy parecido a ése que nos anuncia la llegada de la revolución vía Internet que olvida que la revolución es algo muy complejo que no se limita ni al sexo ni a estar conectado a un aparato) pareció que soltábamos amarras y dábamos al soporte corporal la parte que le correspondía en nuestro desarrollo integral, últimamente el cuerpo parece estar convirtiendose en mero objeto de consumo en una sociedad que no ofrece al individuo ninguna otra expectativa de libertad global.

Aerobic, pesas, cirujía plástica, cambio de color o de sexo . . . La nueva plasticidad del cuerpo, su nuevo potencial de metamórfosis, nos permite escapar en cierta medida a nuestro destino biológico, algo impensable hace unos años. El cuerpo se convierte así en un nuevo campo de lucha y de autorrealización. Ya no nos interesa cambiar la sociedad. Nos conformamos con cambiar nuestro cuerpo y reducimos así el campo de lo social a lo meramente personal.

Esta política del cuerpo, esta elevación de las funciones corporales a la categoría de "liberación", no se limita desgraciadamente a las capas pudientes (aunque éstas tengan, claro está, más posibilidades) sino que está cada vez más presente entre las clases trabajadoras, sobre todo entre los jóvenes para quienes el trabajarse el cuerpo, lo mismo que la posesión de un auto o un celular, se convierten en signos de liberación, cuando no son sino espejismos, sucedáneos de liberación. Y es que pensar que somos libres en nuestras funciones animales, corporales, es muestra precisamente de la división que nos impone la sociedad capitalista. Nuestra vida social, nuestra vida productiva, es un coto cada vez más cerrado, más estanccad cuya organización no podemos discutir. La acción colectiva es impensable y, por lo que nos quieren hacer creer, imposible. La sociedad no se puede cambiar, el paro no se puede cambiar, los contratos basura son como son, estamos cada vez más inmersos en medio de una sociedad cada vez más competitiva, somos juguetes de un mundo y de un destino que no comprendemos ni podemos controlar. Y así, limitamos la "liberación" al terreno del cuerpo, de lo privado, de las relaciones interpersonales. Y buscamos significado a nuestra vida en un lugar donde, desgraciadamente, jamás lo vamos a encontrar, convirtiendo el cuerpo en un eslabón más de nuestra alienación individual y colectiva.

lunes, mayo 25, 2009

El Arribismo Afrodisíaco

Sorel, Rivas, Vronsky, Rastignac, Rubempret, en las novelas del siglo XIX, los más inescrupulosos arribistas, siempre logran llevarse a la cama a las más bellas y puras heroínas. Balzac, Stendhal, Dostoiesvki, eran completamente conscientes de que sus novelas eran leídas principalmente por las primeras del curso, y que para éstas, la falta de moral y el hambre desesperada de existo en vez de ser repugnante, era excitante. 
La debilidad de estos hombres, que necesitaban seducir para ser, que necesitaban ser vistos para ver, es para las primeras del curso un afrodisíaco. La inseguridad del arribista se parece a la de las primeras del curso. Se basa en la misma necesidad de cumplir con un padre y de desviar la energía sexual al intelecto, la ambición o el dinero.
Nada se saca con decirles a las primeras del curso que el destino de los arribistas en las novelas del siglo XIX (y también en la vida real) es invariablemente la tragedia.
En las novelas como en la vida, siempre hay una heroína acompañando al condenado a muerte hacia la guillotina.
Las primeras del curso, que me toco conocer, habrían dado un brazo para ser esta acompañante fiel perdida y miserable, tratando de que su hombre salga de la miseria moral absoluta a la miseria moral relativa.
El arribismo es para las primeras del curso afrodisíaco, porque el amor es un juego de identidades en que nada repugna más que las identidades inmutables, los personajes hechos y derechos, los que no piden nada, los que se contentan con ser lo que son. Los arribistas son al mismo tiempo una cosa y otra, pobres pero potencialmente ricos, mediocres pero con ambiciones brillantes. Son sobre todo un proyecto. Y nada excita más a las primeras del curso que ser parte de un proyecto. Tener a alguien a quien salvar. Un tipo que traducir a la lengua de la tribu.
La alianza entre las primeras del curso y el ambicioso termina invariablemente mal porque nace de la inseguridad de las partes. De la necesidad de ser una mujer vestida de ideas, y un hombre vestido de cargos. ¿Pero, cuándo se quedan desnudos? Si la competencia no los convierte en enemigos incendiarios, se terminan por asquear uno del otro. Él cae en los brazos de una buena enfermera con vocación de santa, y ella en los brazos de un silencioso.





lunes, mayo 04, 2009

Radiografía de un Zombie

Los zombies son seres violentos, agresivos, pero no siempre, en muchas ocasiones son sólo seres atolondrados, sin rumbo fijo, que no saben muy bien lo que hacen. Se alimentan de carne humana, fresca o de muertos recientes.

Algunos zombies consumen otros organismos vivos. Aparentemente pueden distinguir la diferencia entre un ser vivo y un camarada muerto vivo. No se atacan entre ellos, a excepción de que estén peleando por una porción de alimento.

Frecuentan lugares que les son familiares desde su vida anterior. En sus estadios de reanima ión iniciales parecen muy débiles. A medida que pasa el tiempo su fuerza va aumentando, ellos pueden abrir y partir en dos a un ser humano sólo con las manos. Una persona que ha sido asesinada por ellos, se reanimará en un par de horas, a excepción de que el cerebro haya sido destruido.

Son incapaces de hablar de forma articulada. Los que han llegado a hacerlo, lo hacen de manera muy rudimentaria pero como todo en la vida hay excepciones. Algunos tienen una pequeña capacidad de raciocinio o intelectual, aunque este punto es discutido.

Otras observaciones que pueden realizarse son:

- Es necesario destrozarles el cerebro para acabar con su existencia.
- La reanimación únicamente parece afectar a seres humanos, aunque hay casos de animales: gatos y perros.
- Los cuerpos permanecen reanimados por un período superior a diez años antes de que la descomposición afecte la movilidad de sus extremidades.
- El proceso de putrefacción puede ser drásticamente ralentizado o inhibido.
- El nivel de fluidos dentro del organismo parece mantenerse estable, ya que de otra manera los cuerpos se quedarían secos y serían incapaces de mantener sus funciones. De todas maneras nadie ha visto a un zombie bebiendo, excepto cuando comen (bebiendo incidentalmente la sangre de sus víctimas), claro que personalmente no pondría mis manos al fuego.
- No requieren de comida para sustentarse. Un zombie con todos sus órganos internos removidos continúa animado y sin deseos de rock and roll.
- Pueden seguir moviéndose murientes sin la afluencia normal de sangre, ya que sus corazones no laten. Este detalle indica que sus células no son abastecidas con nutrientes de manera convencional. Es de notar que éstas permanecen inalteradas durante largo períodos.
- La mordida de un zombie no causa directamente la reanimación de la víctima sino su muerte (nadie ha sobrevivido a una mordida). La reanimación no es consecuencia directa de una mordida sino de una causa mayor: Embrujo. Plaga. Radiación, mutación y la lista es larga.

Si algunos de los que leyó esto es un zombie, sabrá de lo que he escrito. Buen Apetito.



Fuente: La escotilla del Tormento por Rolando Ramos.