lunes, diciembre 18, 2006

SER POBRE EN CHILE. MI VISIÓN



Durante mucho tiempo han tratado de comprender qué se siente ser pobre en Chile. Ellos, los que tienen la suerte de pertenecer a una clase social que aunque se esfuerce por no hacer nada o hacerlo todo mal, nunca caerá en la total miseria. Ellos, los que pertenecen a la casta de los elegidos, de los autoelogiados que siempre tienen algún tío que le dé un préstamo, que siempre tienen un puesto que les espera.
Los pobres para ellos, siempre hemos sido los Otros, a los que hay que ayudar, admirar, querer y temer. Los rotos, a los que les aguantan que vayan a cantar y hablar si son de apellido Parra, los que viven en las afueras, arreglan el jardín y matan y se matan en la portada de La Cuarta. Somos los otros los que explican, por contraste, quiénes son ellos.
Y quizás esa es la clave para comprendernos: somos los otros.
Escuchando la experiencia de un querido amigo, reflexiones sobre la figura del otro, o sea del pobre. Él también fue un extranjero durante varios meses en Francia, fue un trabajador inmigrante, un sudaca que le venía a quietar el pan de la boca a los franceses. Él vio como la policía, sin razón aparente, golpeaba a los argelinos, como los colegios privados no aceptaban marroquíes. Fue ese sospechoso moreno en una calle de rubios. Lo atendieron mal en las tiendas, y no quisieron arrendarle covachas inmundas por miedo a que contagiada al vecindario con nuestra lengua rara y sus costumbres sudacas. Él fue el clandestino, el sin papeles, el que con un sándwich tibio en la mano miraba a los europeos besarse, subirse y bajarse de sus autos, y admiraba la ciudad cuyas puertas estaban cerradas para él y los de nuestra raza.
Tuvo ganas de robarle a la señora con traje de sastre que acababa de depilarse. Y pensó en rajarle el paño a algún estudiante de derecho, y escupirle su cara de flan para que supiera que Su verdad es La verdad y que Su hambre es su culpa.
Ser pobre en Chile es como ser un trabajador inmigrante en Europa. Es el mismo desprecio, el mismo racismo, la misma discriminación, los mismos ghettos, los mismos golpes en las camiserías.
Y en la micro, los asientos de atrás y los consultorios especiales, los negocios sólo para ellos, los supermercados donde hay menos cosas. Los pobres somos los negros de ese país que se enorgullece de su coherencia racial. Somos distintos, olemos distinto, nos gustan otros programas de televisión, leemos en otra lengua. Somos los hombrecitos, las empleadas que salen “buenas” tal como un electrodoméstico más, somos los delincuentes, somos la llorona, a la que llueva, haya sol, tiemble o no tiemble, igual se le destruye su casa por alguna razón.
Somos esos extraños avecindados que servimos para que cualquier reportero rellene su día con una nota pintoresca. Somos fuente inagotable de campañas solidarias, de esos casos paranormales y de programa sensacionalista. Somos las victimas de todos los shows y los protagonistas de todas las burlas. Y como todos los extranjeros, juegan a no tener dignidad para, encerrados entre ellos, reírse con indisimulado odio de la soberanía de los que no saben nada y son dueños de todo.
Los pobres se reconocen entre ellos, se huelen, se sobreviven, se esconden y, a veces, inundan con su presencia de pelo mojado y piel morena esa ciudad extranjera que es la de ellos. Entonces, los parlamentarios y autoridades hablan de solucionar el problema de la pobreza como en Europa se habla de solucionar el problema de la inmigración. Hay dos posiciones: los comprensivos que van hacia ellos, hacia los extranjeros chilenos y le dan comida, ropa, frazadas y, a veces, oído, y los más radicales (nuestros Haider y Hitler en versión sonriente) que enrejan sus ghettoss y declaran con su paz ciudadana la guerra a esos extraños: los rotos.
La única diferencia entre los inmigrantes del primer mundo y los pobres chilenos es que a los primeros los pueden devolver a sus países. Son pocos y la mayor parte se integra a su país de adopción; si sobreviven al racismo hasta pueden, soñar de algún modo con ser europeos. Nuestros trabajadores inmigrantes son chilenos y no podemos echarlos de chile (harto le gustaría a algunos). Además, son la mayoría (aunque la publicidad, la televisión, los diarios no están hechos para ellos sino para el grupo ABC1). Los pobres somos más y hemos tenido en esta década la delicadeza de no recordarles que los extranjeros son los otros, los de Las Condes, Providencia, y otros clubes de golf. Ellos son los inmigrantes, ellos son los que no saben vivir bajo este sol radioactivo, son ellos los que están con permiso de residencia, abusando de la tolerancia de los pobres que cualquier día retomaran sus calles y cerros

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida amiga... aquí, y aunque me pudieses alcanzar a ver, tangueando y pudiéndome transformar en algún susurro suspendido en el aire del perfume de mi abuela, en las tardes somníferas pasadas a canela e inyección, sentada en su mesa y con Alodia en un rincón en la radio, que hoy creo q cumpliría un siglo.
Desde estas nostalgias canturronas, vine a bailar con mis letras a otro rincón que me acomoda. Amiga en mis recuerdos, en mis sensaciones está presente, gracias por esa lealtad que a una gran mujer como es usted la distingue y hace que esta loca no la olvide, y la convierta en mi mundito un ángel más.
También la extraño y la quiero mucho. Azar en todo. Buenaventuranzas por miles.
Su amiga

Cheralina tbn. ZaFaDa

Alfredo Díaz dijo...

Señorita K.

Es un placer volver a leer sus lineas llenas de pasión. No me mal entienda, no es solo la pasión sexual, que usted parece desbordar por sus poros, la que me trae hacia su rincón en la web. Su pasión política e ideológica, que en principio no comparto, es la que me hace recorrer seguido vuestro blog, en busca de una reciente actualizacion.

Antes que todo, y so pena de ser inoportuno, no me ha gustado su posición respecto a la muerte de Pinochet. Uno puede gustarle o no gustarle su figura, su gobierno. Podemos discutir acerca del modelo economico, discrepar si hubo guerra interna o violación sistematica de DDHH, podemos discutir si ha sido un gran ladrón o el libertador y fundador del Chile moderno. Podemos decir que fue Presidente o Dictador. Pero hay algo que creo, que ni adherentes ni detractores, le podemos desconocer, su condición de persona, y es por esta condicion que le son propios, como a todas las personas sin distinción, los Derechos Humanos, que no son otra cosa que el conjunto de características y atributos propios del ser humano derivado de su dignidad, por lo que no pueden ser afectados o vulnerados por ninguna persona , autoridad o estado, aun en cirscunstancias extraordinarias. Son inherentes a la persona, inviolables, imprescriptibles, inalienables, y universales. Es por esto que no puedo hacer otra cosa que repudiar fuertemente a quienes celebraron la muerte de Pinochet, más alla de las consideraciones particulares que tengamos acerca de su persona. Quienes defiende y promueven los DDHH, deberían hacerlo sin consideraciones de persona. Es mayormente repudiable que conocidos abogados de DDHH, celebraran públicamente el deceso de Pinochet.

Señalado ello, no me queda mas que abocarme a su comentario. Me parece interesante como aborda la pobreza. A veces hablas desde dentro de ella, tal como si la vivieras, y en otras ocaciones hablas de una realidad que pareces ver por la ventana. Creo que tu colectivo de pobres es bastante amplio, y creo entender que para ti es pobre quien no es rico.
Para mi, hay 3 clases sociales, alta, media y baja, y dentro de ellas hay tambien divisiones.
Creo que englobar a todos los pobres en un solo colectivo no es justo, ni para ellos, ni para las demas clases. Existen pobres por falta de oportunidades, especialmente por el escaso acceso a una educación de calidad. Hay pobres por mala suerte y poca inteligencia, como el emprendedor que se va ala quiebra ruinosa, o el ganador de la lotería que malgasta. Hay pobres por gusto o flojera, como quien vive a expensa de un estado, que aunque de forma precaria, le entrega lo necesario para subsistir. Aca podemos señalar el incentivo negativo que nos podria traer la reforma previsional de la concertación, al subor la pension asistencial a 75 mil pesos.
Concuerdo con usted, en lo relativo a la discriminación, y esto lo deberíamos solucionar con mejores redes de asenso social verdadero, y creo que la mejor escalera es una buena educación.
Y como veo que me he exedido en lineas, y por lo escaso del tiempo, debere dejar para otra ocasión mis postulados sobre la pobreza en nuestro pais.

Saludos señorita K

PD: la relevo de leer tanta lesera junta, y me comprometo a tener mayor poder de síntesis para otra ocacion.

Tomas dijo...

hola tanto tiempo, como es posible que te acuerdes de mi despues de tanto tiempo, me sorprende... te deseo un feliz 2007 y espero que sigas tan encendida para escribir para el proximo año, oye tu blog se esta quemando echale agua reina jajaja, me despido chaaaaaaaaaaau