viernes, febrero 09, 2007

En la recta final

Para nosostros los jovenes, (disculpen la patudez, pero así me considero) es dífícil entender la lentitud de una persona vieja, o fácil si se trata de alguien demasiado joven, tan joven que encuentra rápidamente respuestas para todas las cosas. Los viejos, es cierto, andan lento porque están agoviados y porque sus músculos y sus huesos ya no son lo fuertes que fueron antes, pero también es verdad que avanzan así porque están cansados de tanto andar. Sus ojos ya no ven nada con la nitidez de la adolescencia, quizás porque de tanto ver fueron descubriendo formas sobre las formas y el dibujo simple de la primera vez terminó desapareciendo entre esos muchos dibujos que descubrieron con el tiempo. A partir de cierto momento, es de suponer, y no hubo dibujo simple, o, si lo hubo, tal vez lo encontraron con los ojos cerrados, en la modesta paz del sueño. Lo mismo, probablemente, le sucedió a sus pasos, los que a medida que se fueron multiplicando y cayendo en hoyos perdieron esa seguridad inicial de los que a nada temen porque nada saben, y que por lo mismo se atolondran, y por lo mismo vuelven a tropezar. Pero hay un instante en que las caídas empiezan a doler más, y la inteligencia calma rinde a los músculos furiosos.

La poca fuerza que les queda, los viejos saben cuidarla; ya vivieron esos años en que la desparramaron sin mayores cálculos, cuando eran capaces de pasear por horas un piano de cola en la espalda, para volver a ponerlo en el mismo sitio que al comienzo. De tanto dar vueltas por una pista redonda, quién sabe, decidieron quedarse sentados en una mecedora, esperando pacientemente el retorno a ellos de los jovenes aventureros. Pero, en cierto modo, los viejos prefieren tmbién ir lento porque les queda poco y porque entienden que un metro bien caminado puede deparar tantas sopresas como mil millas corridas. Sus órganos exhaustos ya no saltan de un estímulo a otro queriendo vivirlos todos, sino que se detienen sin apuros a disfrutar reflexivamente el que más les acomode. Una siesta puede llevarlos revivir sin prisa lo que esos arrogantes congéneres suyos todavía ni siquiera sospechan. Pero por sobre todo, en los viejos, si son de esos viejos que han sabido envejecer, uno puede notar cómo han ido cambiando el juicio por la comprensión, las sentencias por nuevas preguntas, la pasión por una cierta tranquilidad y esa hoy admirada acción veloz por reflexiones calmas y titubeantes, llenas de incertezas. Antes de morir, los que a mí me resultan más queridos, tienen un par de convencimientos tan fuertes, como dudas en todos los demás.
Sólo un mundo enfermo y atontado puede dejar de ponerles atención.

6 comentarios:

Seba Ramos-Providel dijo...

No tuve abuelos, por lo que me perdí el lado sabio de los años, mis padres son relativamente viejos, pero muy tercos como para que enseñaran algo, así como veo a mi papa siendo mejor persona con sus nietos, a como fue con sus hijos, a veces admito que siento un fuerte apego a la gente mayor (viejitos), los escucho y les pongo atención, siempre y cuando no sean viejos de mierda, si es así, los ignoro porque veo que los años no le enseñaron mucho, eso suele pasar. El camino de los años me interesa, y ahora me doy cuenta que he visto años pasar, ahora tengo conciencia de eso, y mas que asustarme me interesa y me despierta curiosidad, bueno, igual algo de temor por los años que perdí o no fueron provechosos, (aunque nada es en vano), quiero vivir, espero que feliz, aunque eso me ha sido bastante esquivo, o talvez mi felicidad es lo contrario a lo creo de ella… aun me niego a ello… y sigo soñando…

verónicabas dijo...

Me complica la vejez, por su fragilidad.

Lo de la sabiduria, todo depende, esta no solo llega con los años, tambien con experiencias y buena voluntad de aprender, si no hay no sirven de nada 80 o 90 años...

Yo espero no llegar a tanto...

Saludos!

K-tron dijo...

No se, pero el tema de la vejez me complica en demacía.

Si uno pudiese ser joven y tener la experiencia ganada, sería la raja, pero no es así!

De verdad que siento miedo.

banda sonora dijo...

lo mismo que relatas lo he vivido con mis abuelos, el paso de los años se nota en ellos, ya no puedo correr con ellos como cuando era solo un niño, hasta mas sordos estan, pero las mil historias que cuentan aun hacen volar mi imaginacion.
saludos

Pelaokuranyi dijo...

Teni toda la razon, en mi caso me cuesta caleta en este mundo tan loco en el que vivimos, ahora que tengo 20 años ya me estan diciendo viejo jajajajajaja.

Saludos.

Alfredo Díaz dijo...

No puedo estar mas de acuerdo con usted señorita. Yo me crie con mis abuelos, que hasta el dia de hoy viven, ellos son mis padres. Me he dado cuenta de como los años enseñan. Ya todos, no solo a los que buscan las enseñanzas. Para mi no hay viejos de mierda. Ellos estan llenos de sabiduria, de esa que no se puede encontrar en las escuelas, las universidades o los libros. Tienen el conocimiento de haber vivido, de haberse equivocado, de haber tomado o dejado oportunidades, tienen magia. Son como un libro en un idioma extraño, que si lo miramos simplemente y sin conocer el idioma, no son mas que viejos papeles sin sentido, pero cuando aprendemos su idioma, tenemos un mundo para descrubrir.
Y como tu dices, los años forman convicciones pero tambien alimentan dudas.

saludos señorita

PD: se le extraña por mi blog