martes, abril 24, 2007

Nueva Ley General de Educación: Una primera respuesta a la crisis

Para lograr una evaluación equilibrada del proyecto de nueva Ley General de Educación se debe tener claro que la LOCE sólo representa algunas de las causas de los problemas de la educación chilena. En este sentido, me parece que el nuevo proyecto es un avance, ya que provee de un marco general más favorable para una educación de alta calidad y para todos.
Sin embargo, la reforma propuesta quedaría sin instrumentos para lograr sus objetivos si no se cambian aspectos clave del financiamiento de las escuelas, dotando de mayores recursos y dando mayor estabilidad presupuestaria a los establecimientos, y de la administración de los establecimientos públicos. Dos ejemplos sirven para graficar esta necesidad de cambios complementarios: si a través del proyecto se reconoce como nociva la selección de los alumnos por parte de los establecimientos, pues vulnera la libertad de los padres de elegir entre las escuelas financiadas por el Estado, resulta inentendible que se mantenga el financiamiento compartido, toda vez que este es otro mecanismo, distinto a las pruebas de selección, mediante el cual no son los padres los que eligen al colegio, sino que es el establecimiento el que elige a los alumnos. A su vez, resulta poco comprensible que a los sostenedores privados se les obligue a ser personas jurídicas cuya única tarea sea la educación -aspecto muy positivo de la propuesta- y, por otro lado, sigan siendo los municipios, con sus múltiples tareas, los que administren las escuelas y liceos públicos. Ahora bien, para entender por qué este proyecto significa un avance sustantivo, parece útil analizar las propuestas más cuestionadas. Dos opiniones sobre la critica al fin de la selección: parece increíble que la derecha, en vez de situarse en la vereda de los padres como exige el sistema de financiamiento a la demanda que dicen defender y a diferencia de la visión liberal a nivel mundial, se ubique en la de los sostenedores, defendiendo la "pureza" de los proyectos educativos, privilegiando su posición conservadora en vez del buen funcionamiento de su sistema. Por otra parte, si algunos están preocupados del futuro de los liceos emblemáticos, les propongo que demos muchos más recursos al sector público, de manera tal que todos los sectores de menores ingresos tengan mejor educación y no como ahora, en que la buena educación de algunos es a costa de marginar a otros. Se critica la mayor regulación. Pues bien, cuando discutíamos en el consejo asesor sobre la necesidad de poner mayor control y requisitos a los sostenedores, el equipo de la derecha liderado por su capitán (José Joaquín Brunner, en clara pugna con una parte de la Concertación) sostenía que la solución no pasa por mayor regulación, que el asunto es lograr mayor calidad y para eso sólo se deben medir los resultados e informar a los padres. El problema es que no basta con medir e informar.
Para obtener buenos resultados debemos tener un buen marco general que haga esfuerzos por sólo permitir a los a los más idóneos impartir educación. El resultado de la estrategia antirregulación es clara: exceso de colegios de mala calidad que no salen del sistema, y tal como ha sido hasta ahora medir e informar, año tras año, los magros resultados tanto en calidad como en equidad. Por último, se critica la prohibición de lucro. Al respecto cabe preguntarse: ¿por qué queremos a privados administrando educación? En mi opinión, porque aportan diversidad cultural, religiosa y política, algo nuevo al proyecto educativo nacional. Es más, me parece bien que el Estado los financie y así promueva una real libertad de enseñanza. Pero no me parece que el futuro de los niños y niñas de Chile sea determinado por personas que no están en la educación por contribuir con sus valores y conocimientos sino que, en cambio, están en el "negocio" porque abrir un colegio es más rentable que poner la plata en la bolsa. Para este grupo de administradores, la mayor calidad no es fruto de su deber ser, de su compromiso con su proyecto educativo. De ellos, sólo se obtiene calidad si los incentivos del mercado los conducen a tal objetivo y sabemos lo difícil que es diseñar una institucionalidad que asegure aquello. Como en todos los avances importantes, veo difícil el futuro de este proyecto mientras la derecha obvie los supuestos clave del funcionamiento de los modelos económico que pregona y se preocupe de las empresas educacionales y no de los alumnos y sectores de la Concertación se preocupen más de defender lo que se hizo antes en vez de preocuparse del futuro de los niños y niñas del país.
Pero bueno, tal vez tendremos que esperar otro mes con todos los liceos del país tomados, porque a pesar de que tenemos en el Congreso a los mismos conservadores de siempre, nuestra juventud cambió y no va a parar de protestar hasta que el país cambie con ella.

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