martes, mayo 29, 2007

La eterna Derrota

El nombre del mundo es Guerra. La única relación persistente a través del tiempo entre pueblos e individuos ha sido siempre la que ha establecido los resultados de esa agresión intraespecífica que caracteriza la vida humana. Extinguida la cadena alimenticia por la aparición de una especie que carece de un animal que lo deprede ( está por verse todavía lo que pueden conseguir los virus), el hombre se ha enfrentado a si mismo incluso por conseguir la hegemonía sobre el significado de esa palabra: "Humanidad", término que representa nada más ni nada menos que la "romanidad" establecida por el susodicho imperio, quienes dejaron fuera de la humanidad a los pueblos bárbados, es decir, a los no normalizados.
Esclavizados, obligados a mantenerse en los ghetos bárbaros de la civilización, marginados de las ventajas y condenados a susfrir los males, los derrotados mantienen una cifra estable a través de la historia de la humanidad: aproximadamente el 80% de los seres humanos vive en las mazmorras de una forma de vida que no ha escogido ni ha ayudado a determinar. Toda la arbitraria legislación que emparcela ventajas y desventajas en el mundo ha sido dictada por las formas de convivencia que los triunfadores han impuesto. Sin gozar nunca de las ventajas tecnológicas más que cuando están en decadencia y ya han sido superadas, siempre a la zaga de todas las actividades primordiales, acosados por los códigos penales y por las arbitrarias leyes de la apropiación de leyes de la apropiación de bienes, los derrotados intentan sobrevivir en los rincones ínfimos de las existencia, lejos del festín donde las minorías depredadoras celebran continuamente la exitosidad de sus propuestas. Así fue, así es y así será en el futuro el mapa de las actividades humanas. Los agentes de la cultura, ya sean poetas, músicos, artistas plásticos, deportistas o periodistas, suelen ser cómplices indisimulados de esa determinación de la génetica social y ninguna de sus actividades intenta revertir ese escenario a todas luces degarrante. Los políticos tienen como única función (con las excepciones del caso) mantener ese statu quo. Y todas las castas universitarias, luego, al profesionalizarse, se dedican a lucrar con ese estado de miseria permanente en que consiste la vida humana.
Ese es el escenario del mundo gestado por los hombres. Por más que intentemos proyectar sobre esa existencia cierta glamorisidad, no hay nada allí que pueda ser considerado espiritual ni piadoso. El hombre es solamente una extraña y persistente comadreja acechando las alacenas de la existencia para devorárselo todo.

1 comentario:

verónicabas dijo...

Es cierto, el triunfo esta en manos de la elites y todos juganos ese juego como creyendolo el mejor.

Pero si a todos nos tocará triunfar y no perder ¿Estariamos contentos?. Solo son algunos los que manejan y disfrutan el poder, pero ¿existe la fórmula en la que todos disfrutemos de la vitoria al mismo tiempo sin que ello se transforme en caos y violencia o peor, en una aburrida parsimonia?.

Prefiero sacarle provecho al mínimo espacio que me dejan, a ver si de eso mejoro la vida de alguien aunque no le conozca, que estar meditando de si esto es lo que otros decidieron por mi. Que objeto tendria la existencia entonces.

Todos formamos parte de la cadena, en algunas partes es gruesa y en otras angosta, puede que te toque el principio o el fin, pero eres un eslabon necesario para mantenerla unida, no pienso que eso sea perder.

Si eso es perder, entonces vivamos en la derrota y que tanto!!!. Se que algo puedo hacer aunque sea lo mas minimo, tengo confianza e iniciativa.

Saludos!