jueves, mayo 01, 2008

De los ' 60 hasta hoy (II parte)


Ninguna quemó, en realidad el corpiño. Apenas fue una versión períodistica. Año 1968, se elegía Mis América y un grupo de mujeres tiró a la basura los símbolos de una femineidad inequívoca: Fajas, corpiños, pestañas postizas. Sin embargo, la foto bien pronto se convirtió en un tópico: la liberación iba de breteles y tazas. Un claro ademán de convertir uno de los tantos gestos políticos de las chicas de entonces en el desplante de unas cuantas renegadas.

La década había asistido a lo que se conoció como la segunda ola femenista. Con intensidades y direcciones diversas, se forjó y produjo un movimiento que cuestionaba, entre otras cosas, el lugar de la mujer en las tradiciones legales clásicas y el imperativo biológico de la maternidad. La píldora evitaba embarazos no deseados y hacía añicos el maridaje del sexo con la reproducción. Ya casi no había que pelearse con bedeles para entrar a una biblioteca universitaria.

Había llegado el tiempo de adueñarse de la propia historia y hacerla visible. ¿No era eso un escándalo? Las razones que sostenían al mundo privado como nuestra única opción asomaban al mundo público. Y para ser discutidas, en el mejor sentido de los trapos al sol.

Si en los 50 Doris Day - chica ligth, si las hubo, en sus respetidas versiones de la esposa satisfecha- encarnaba el valor supremo de la femineidad, había llegado la hora de alterar el clásico reparto de otorgar la calle a los variones y el reino del hogar a las mujeres. La segunda ola, nombre que recibió aquella formidable agitación, fue el renacer de luchas iniciadas en el siglo XIX, con el reclamo por la ciudadanía (queremos votar) y de muchas otras luchas anteriores. Qué fue si no la "querella de las mujeres" en pleno siglo XIV; tratando de convencer a la Europa culta de que estábamos a la altura de los varones.

Trasponer los umbrales de la casa fue el primer paso para la transformación. A lo largo de los años '70 el terreno conquistado se hizo tangible, traducido en leyes y declaraciones que más allá de meros formalismos pusieron en negro sobre blanco la raíz política de la ecuación varones en el mundo /mujeres en el hogar. La naturaleza no era la madre de este borrego.

También en los '70 el Diccionario de la Real Academia incorporó palabras como "arquitecta", "ingeniera", "arqueóloga", "senadora".

Los debates sobre igual salario, aborto, patria potestad compartida o violencia familiar se daban, más o menos vociferados y con diferente repercusión en Irlanda, Italia, España, Estados Unidos, Alemania. En Argentina, el grupo fundado por María Luisa Bemberg UFA (unión Femenista Argentina), volanteaba contra la prohibición, en el '73 , de la venta libre de anticonceptivos. Mejor ni mencionar el caso chileno.

Nacidas entre los '30 y el '50, estas mujeres que coparon las calles en la década militante de Angela Davis y de una Jane Fonda más entregada a la gimnasia del mitin que a la de los glúteos, transitaron la ruptura con toda la determinación de un despertar que cambió la vida de muchas, aun de las que no reconocían la adhesión a ningún movimiento.

En 16 años, desde el comienzo de la década del '70 hasta en 1986, en Latinoamérica se crearon cerca de 300 grupos de mujeres. Había que dar batalla contra leyes restrictivas, insuficientes, contra costumbres tan enraizadas que lo daban todo por hecho; contra la creencia, en fin, de que sexo es destino.

Fueron años en los fervores se volvían contagiosos, el mapa era una pantalla sobre la que se imprimían nuevas gestas, revulsivas al punto de llegar a inscribir en las agendas públicas aquellas cuestiones privadas de las que no se había hablado hasta entonces de la puerta para afuera.
Eso seria sitos y sitas.... esta cosa sigue, les advierto que tiene pa' rato, así hagase el amable y escriba su opinión sobre la mujer light

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