lunes, mayo 01, 2006

El Cuerpo como una Memoria

El sistema democrático al que Chile ha llegado luego de un fin de la dictadura (en términos formales) ha traído consigo diferentes formas de dominación, y por tanto de construcción de subjetividad y corporalidad que ya no son tan explicitas en cuanto a violencia.
La forma de callar los discursos y de reprimir el cuerpo es ahora más sutil. Incluye diversas formas de compromiso directamente subjetivos y la apertura de canales de dialogo con una finalidad igualmente represivas y de dominación.
Las formas de dominación de nuestra psiquis y nuestro cuerpo, las formas de callas los reclamos psíquicos y corporales al sistema han cambiado, pero no por esto he de dejar de mencionar a las personas, mujeres y hombres quienes fueron callados bajo la violencia y la opresión de las balas. Mis más humildes respetos para ellos. A más de treinta años se trata de acceder al dolor de perder a seres queridos y ver derrumbarse sueños y utopías palpables a través de terapias, encuentros clínicos, ayuda profesional.
Creo que el trabajo con la corporalidad y el cuerpo en una dimensión terapéutica ayuda mucho, eso lo reconozco, pero también implica trabajar con una corporalidad y una psiquis reprimida no por hechos aislados, sino que por un sistema aún represor, con una democracia represiva que ampara la dominación capitalista avanzada del cuerpo y psiquis. Hay aquí un elemento político que traviesa nuestra subjetividad, nuestro cuerpo y nuestra memoria.
El cuerpo como memoria debe ser abordado desde una memoria reprimida y desde un cuerpo reprimido. Sostengo que la construcción del cuerpo como una memoria es hecha por los que están en el poder, los demás son discursos e intentos retóricos acerca de lo mismo.
Lo que necesitamos no es mas conciencia acerca de nuestra corporalidad, cuerpos, mundo o nuestra realidad o de nosotros mismos. Eso es caer en la inmediatez de lo que el sistema si nos puede ofrecer, y que hasta ahora ha sido en muchos casos injusticias y dolor. Para acceder a nuestra memoria como país preocupan de callar a otros desde lugares de poder. No debe bastarnos con los discursos oficiales ni con la historia que enseñan nuestros libros.
Históricamente se ha pasado de la dominación a través de cuerpo y del castigo a la dominación directa de la subjetividad, reemplazando el cansancio corporal por el subjetivo, por el psíquico.
No mas de lo mismo, sino que se deben producir las instancias en que se generen una conciencia, de la misma, ¿Cuál? Una que sin duda no será lograda por la pretendida liberación del cuerpo que no logra eliminar la sutileza de la dominación directa de nuestra subjetividad.
Traer discursos y textos acerca de los mas de treinta años del golpe debe servirnos en una afán de darnos cuenta que buscar soluciones de justicia dentro de los cómplices de muchos abusos es en muchos casos una tarea muy larga, de la cual no dudo muchos y muchas estarán dispuestos y dispuestas a luchar hasta las ultimas consecuencias, lo cual valoro y admiro mucho, pero a titulo mas personal apuesto a un proceso mas bien de cambio en cuanto a corporalidad, conciencia, relaciones interpersonales, formas de trabajo , educación, sexualidad, abordaje de nuestra historia y sentimiento. Yo apuesto a la revolución.
Si hay un campo de acción posible para mi gusto es el de nutrir y mas bien nutrirnos de conocimientos surgidos de los propios compañeros, de discusiones fértiles, y de discursos que tengan aval político y teóricos que apunte al cambio de conciencia que debe surgir por un darnos cuenta que si bien podemos hacer y pensar las cosas de un modo diferente, primero debemos saber, entender, sentir, escuchar y mirar que tan diferentes piensa el que esta a mi lado.
Para superarnos debemos entender lo que nos pasa y en que dimensiones nos pasa y para eso necesitamos agentes activos en el plano académico, críticos del sistema y dispuestos a entender nuestra subjetividad y corporalidad reprimida, negarla y repudiar la realidad represora.

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