viernes, junio 08, 2007

Maldito Rock

"Sexo, Droga & Rock and Roll"

Quizás la última vez que el mundo escuchó y se estremeció con el aullido de los pantanos, la última vez que el caos saco a bailar a los planes del mundo y provocó un sabotaje en los mapas de la memoria colectiva desgarrando los itinerarios de la rutina, fue cuando en una caverna de Liverpool, cuatro tipos extrajeros de sus instrumentos un elixir mágico y transformador que disolvió el destino certero de miles de jóvenes en todo el mundo.
Hechizados por esa música dejaron familias, estudios y planes enfundados en trajes y corbatas. Con enorme alivio, se echaron a los caminos escapando de una vida carcelaria con horarios y responsabilidades, con culpas y rutinas.
Por Elvis Presley descubrieron que el culo no solo existia para sentarlo sino para agitarlo y que los movimientos de las caderas eran más importantes que los exámenes de derecho penal y que para obtener el diploma había que aprender a perder el tiempo, a pasarse toda una tarde acariciando a un amante y no memorizando la Ley de Newton. Gracias a los Beatles, durante casi toda una década, el mundo fue una fiesta y la vida una aventura.
Varios fuimos víctimas del hechizo de esos flautistas. El rock me arrancó de cuajo de la plaza donde jugaba a diario con los del barrio. Con una canción de Rod Stewart dejé para siempre la abstracta adicción al amor matrimoniado. Nadie expresó con tanta contundencia lo que pensaba Nietzsche como las canciones de Jim Morrison. No hubo mayor sabiduria que viajar entre los paisajes de cada disco de Pinck Floyd.
El rock fue una cuchillada inolvidable clavada sobre los modales del decoro.
Gracias al rock me pude liberar de esa perversa invención literaria que era dios y también de la orden tribal enclavada en los pensamientos de mis familiares para que yo me convitiera, como ellos, en el ataud de mis propios sueños. No sería nada de lo que ni siquiera sé si soy, sin el rock and roll.
Esa triple fórmula hoy desechada (Sexo, droga y rock and roll) logro sintetizar tres elementos peligrosamente dionisiacos.
Drogas, porque se oponen al alimento. El alimento nos convierte en custodios del almácigo, y toda la cultura es solamente un alambrado alrededor de la papa y la lechuga. La Cultura es la insensata dictadura de los agricultores.
Las drogas nos alejaron un poco de esa brujería de la sopa. Nos hizo recordar que todas las verdaderas revoluciones caminaron siempre en la misma dirección: la búsqueda del éxtasis. El sexo, porque esa música nos sacó de las casillas y comenzaron a desearnos mientras bailábamos y a hacer el amor en los baños, en los trenes, a cada rato, con cualquiera que nos gustara. Porque no necesitabamos que Freud nos explicara el malestar de la cultura para comprender que toda la civilización está basada en la anulación de la inteligencia erótica, en el chantaje intimidatorio de las promesas del futuro, en la inculcación cruenta de las culpas y los deberes.
Eso era esa música, pura violencia. La imprescindible violencia necesaria para agitar los rumbos, para descongelar los movimientos, para escapar de los trenes que nos conducían hacia el futuro como ganado muerto.
Por un rato supimos que éramos niños envasados en latas de tiempo, pájaros aprendiendo a leer y a escribir las leyes que prohiben volar. Por un rato, brillamos como diamantes locos. Por un instante, fuimos estrellas desnudas nadando en una lago de luz.
Después los trenes volvieron. Otra vez nos transportan por un túnel, estudiando, trabajando, comprando tonteras, pagando arriendo.
Pero los sueños son eternos. Uno puede olvidar los sueños, pero los sueños jamás nos olvidan. Rodeando la pesadilla que hoy es el mundo, el sueño que soñó el rock nos acecha.

3 comentarios:

verónicabas dijo...

Ya!... no entendi... plop!

Pero si, sin el rock muchos no habriamos decubierto que hay otro camino, otra forma, y otro gusto por la vida, otra opción que no sea la de ser simple ciudadano cuidando sus intereses, y lo somos, pero además tenemos al rock y eso nos hace diferentes!!

Saludos!

banda sonora dijo...

...y me gusta el rock, el maldito rock...

como dice pirincho: aca, no está faltando rock.

saludos.

chileno Manuel dijo...

estás ahí Enrique?