domingo, noviembre 12, 2006

Romances: Efímeros e Inolvidables


"Hermoso Viento, suave brisa no dejes que nos sequemos bajo el sol como frutos desperdiciados.
Empuja, viento, nuestros labios tan solo una vez, tan solo una vez". Lou Reed.
Cuando desde la niñez trataba de escuadriñar los signos de ese futuro que todos los adultos se le pasaban publicitando, lo único que divisab eran las carreteras de esos destinos inciertos que esperaban a todas y cada una de las personas: el futuro era estudiar o trabajar, viajar o instalarse, pero siempre, siempre, encontrar una pareja y casarse.
El amor entonces comenzó a cargar sobre sus abstractas espaldas una pesada mochila de la que jamás consiguió liberarse sino, por el contrario, aumentar su peso y tamaño. Tal como aseguraba John Lenon: "la vida es aquello que sucede mientras estamos haciendo otra cosa" y el romance también acontece cuando el director de orquesta de nuestra conciencia está distraído, cuando el guionista del alma está confundido, cuando el timón del navío que nos conduce está en repataciones.
Los romances acontecen muchas veces cuando se produce un desperfecto en el sensato viaje de nuestros planes. "Ese verano era tremendamente dramático- cuenta Enrique- yo estaba loco de amor por Moria, una maldita y loca mujer que ya desde el nombre, que significa "destino"en griego, se había apoderado de mi voluntad. Llevábamos un pololeo de dos años llenos de tormentas y de sufrimientos, de avances y retrocesos. Ella debía avanzar. por mi parte cada día retrocedía más en el concepto de mi propia virilidad. la fui a buscar ese verano a Viña del Mar para poner las cosas en su lugar. Me pasé todo el viaje preparando mis alegatos y en cuanto llegué se desató el desastre. Empezamos el drama a las seis de la tarde y a las dos de la mañana, llorando ambos, nos despedimos "paea siempre" en la puerta de su casa. Me fui desconsolado a la playa paraseguir llorando, me sentía atrapado en un laberinto de sufrimiento que no justificaba eso que llamaba estar enamorado.
Y ahí, en la playa, un rato antes de la madrugada, sin saber cómo ni de dónde, apareció Marcela, y fue tal ccual: una aparición, un ángel. Era una bella morocha, estilo paraguayo, de una contundecnia sensual y una calidez total. Al rato comenzó a besarme la cara y me dijo que iba a curarme de mis males de amor. Fue hasta el mar, se llanó la boca de agua se me metió entre mis piernas escupiendo mar. No voy a olvidar jamás lo que me dijo antes de que me quedara dormido eyaculando en su boca: Piensa en lo que quieras, descansa..."
Es tanta la sed que despierta la compleja vida en la ciudad. es tan inmenso el abandono y tan inconsolable el desamparo, que a veces parace imposible sobrevivir. Para bien (porque nos despierta) o para mal (porque nos hace extrañarla para siempre), a veces la vida se apiada de nuestras frías corazas inexpresivas.

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