Indudablemente, la línea que separa todas las calles del mundo obligando a cada individuo a comportarse con cierta ruindad o con cierto grado de humillación, está pintada con el color del dinero.
Esa intermediación abstracta que provoca el dinero, termina con todas las formas del canje, y amplía a una grama casi infinita de sutileza las diferencias que establece la posesión de esos billetes numerados.
Recuerdo una noche en una discoteca muy famosa de Santiago, en un salón VIP; varios buitres estaban intendando doblar la mano de la voluntad de una hermosa muchacha. Ella estaba contando que trabajaba de vendedora en una juguetería, tenia un horario de ocho horas diarias por el que le pagaban $200.000 mensuales. Uno de los sujetos, comentó al pasar. "pensar que podrías ganarte esa suma solo por una hora de trabajo..."
La niña recibio la oferta como si fuera el golpe de un martillo sobre sus ideas del mundo y del dinero. Jamás se había imaginado semejando posibilidad ¡200.000 lucas por una hora de trabajo!. Le irían a pagar una suma idéntica que por sus 200 horas mensuales de aburrido y sacrificado trabajo vendiendo juguetes. El dinero es tiempo.
Los que obtienen dinero lo hacen mediante la apropiación y administración del tiempo ajeno. El tiempo es la sustancia vital que nos hace respirar dentro del vientre de la eternidad. Lla invención del calendario por parte de las castas sacerdotales no produjo un efecto tan demoledor y definitivo sobre la libertad de los seres, como el del reloj, que consiguió dividir la jornada en segmentos muy pequeños y mensurables, facilitando el aprisionamiento de esas libertades mediante la reclusión escolar y laboral.
La mayor parte de las personas, en todo el mundo, canjean su tiempo a cambio de la obtención de cierta cifra de dinero que les permita tener acceso a la satisfacción de sus necesidades básicas y en otros casos, los menos, la obtención de ciertas comodidades. El hecho de que ese "tiempo contratado" se constituya en la columna vertebral de las ritunas existenciales de todas esas miles de millones de personas transforman al mundo en una gran industria de manipulación del tiempo, una trituradora de instantes, una industria esclavizadora de la imaginación.
El dinero, para los que viven de este lado de la raya, se transforma en un problema permanente, en un objetivo inolvidable, en una conversación inacabable. Y cada individuo habrá de elegir una de las cuatro formas que existen para obtenerlo:
1.- Trabajar: Es decir, convertirse en una esclavo sujeto a horarios y disciplinas, rutinas y adaptaciones de personalidad. Generalmente obedeciendo órdenes o realizando tareas que nos desagradan. De esta esclavitud no hay liberación posible a excepción de la espera paciente del cumplimiento de la condena y se alcance la jubilación.
2.- Mendigar: Para muchos adolescentes y jóvenes resulta una tarea más libre pero mas culpógena vivir de la caridad familiar. Ser mantenido por los padres es una de las formas mendicantes más normales en muchas familiar occidentales. En un sentido más estricto, los mendigos recorren las ciudades del mundo recurriendo a una de las habilidades más complejas que existen: despertar el corazón de la generosidad ajena.
3.- Prostituirse: Esta labor, casi exclusivamente femenina, definida como uno de los oficios más viejos del mundo, es un trabajo independiente en algunos casos, aunque en la modernidad practicamente se han construido "lugares de trabajo" que devuelven a la prostitución a la cárcel rutinaria de la que venía fugándose.
4.-Robar: Probablemente el camino más honesto para escapar de la esclavitud del tiempo. El ladrón profesional ha decidido mantenerse fuera de la cadena laboral y no ha permitido que le coloque los grilletes sobre las horas del día. La existencia de la institución carcelaria como castigo a esta forma de sobrevivencia permite muchas veces a los delincuentes definir al mundo como "una cárcel gigantesca, con enormes patios".
Esta historia continuará....
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