domingo, febrero 26, 2006

UN RITUAL DE LO HABITUAL


Las nubes, con sus extrañas formas que evocaban a cientos de naves espaciales gigantes, rostros de algodón y Ángeles, se encaramaban por encima de la nevada cumbre de la Cordillera de Los Andes, ofreciendo a mis ojos un paisaje tan cotidiano como sublime.
El habitual ritual en que podía llega a convertirse aquella visión se estaba llevando a cabo, era yo de nuevo, en el mismo barrio, frente a los mismos cerros, divagando sobre lo mucho que podrían contar si hablasen, sobre mi insignificante vida con respecto a sus milenarios lindes, sobre toda la historia que contienen u que no será jamás relatada, una historia que vive aun a escasos kilómetros de mi casa pero que permanece en silencio.
La música que sonaba en mi radio, me remontaba a años pretéritos, en los cuales éramos aun un misterio, todavía no conocíamos este encierro y los años pasaban como si no importara nada más que reírse del futuro y asombrarse del presente. Todos éramos más chicos entonces, parecía que nunca íbamos a dejar de ser amigos, era una promesa jamás pronunciada pero laten al fin, en nuestra lúdica esperanza adolescente.
Todas las remembranzas y recuerdos acudían a mi mente como un torbellino espontáneo de mi vida, me hicieron pensar en como han pasado los años, y en como lo que había sido una familia, unos amigos, un grupo de seres humanos sosteniéndose mutuante sin pedir nada a cambio de existir, no quedo mas que un amor incapaz de zafarse de los avatares de nuestra realidad, que nos obliga a atenernos a los designios de su potestad.
Nuestra vida juntos entonces nos unió sin prometernos nada, la misma nos separo y nos hizo saber lo bella e ingenua que era aquella promesa jamás pronunciada, y que sosteníamos en la ternura de nuestro error.
Y fue así como ahora vivo bajo los mismos cerros y colinas, pero con otras gentes, otras caras y otras historias quizás tan frágiles como las de antaño. Ahora me encuentro frente al fin de esta historia y ante el comienzo de otra, esto me hace sentir tan pequeña, como parte ínfima de un plan mas elevado, el cual aun no puedo descifrar, pero formo parte como una persona consciente de su ignorancia.
Quizás todo este ritual de lo habitual haya sido llevado a cabo tan sólo por que el día esta airado y limpio, y podía apreciarse los senderos de los cerros desde mi ventana, los mismos que pise en años pretéritos, aquellos que han estado siempre ahí pero que la contaminación no me dejaba ver, sino que tan sólo me permitía intuir su estática presencia, hoy día los contemple como una hermosa casualidad, y a partir de eso puede recién saber que ha sido de mi vida

No hay comentarios.: