La Traición Amorosa

Raíces tienen los árboles y fieles son los perros

La Traición, para poder ejecutarse necesita de todo un ciclo que se inicia desde el momento en que se establece cierto pacto de alianza.

Un buen ejemplo que podría enunciarse para comprender la traición es el pacto de fidelidad que establecen habitualmente las parejas heterosexuales y, en ocasiones, también los homosexuales.

Primer Paso: La Mentira:

Tú, bien macho, estas en la barra de un Bar, una mujer te hace señas inequivocas y te involucras con ella. Después de un rato, un par de tragos van a un motel y tienen sexo. Regresas a tu casa y cuando debes explicar tu retraso dices que te encontrastes con un viejo amigo. Punto final. Nunca tu pareja tendrá oportunidad de enterarse de la verdad y contarla incluso sería un acto despiadado de crueldad. Hay derecho a mentir, la mentira nunca significa la traición y lo que protege en realidad son las debilidades implícitas en todo pacto. Especialmente cuando se trata de mentiras por omisión, la más venial de todas ellas.

Segundo Paso: El Engaño

Pero una mentira sumada a otra mentira de la misma índole genera un engaño. Resulta que la mujer que conociste en el bar, te dejó un papel con su número de teléfono. Dos o tres semanas después de ese primer encuentro, te comunicas por teléfono con la desconocida y haces una cita. Entonces si distorcionas la verdad: le dices a tu pareja que tienes una cita importante de trabajo o alguna otra tontera. Dos mentiras sucesivas construyen un engaño. Si bien todavía el engaño no es una traición, ya tú has transgredido las características del pacto que te unía a tu pareja.

Aún puedes abandonar tu miserable actitud y no cometer la traición: lo confiesas y te expones a la tormenta.

Tercer Paso: La Traición.

Pero un engaño sumado a otro engalo, es decir, un cúmulo de mentiras sumado a otro cúmulo de mentiras, generan la traición. Han transcurrido un par de años, y la desconocida se ha convertido en tu amante habitual sin que tu pareja se entere jamás de su existencia. Has mentido en cada momento de la convivencia, has seguramente adquirido algún amigo cómplice que te protege y te ayuda a realizar esos encuentros amatorios. Has expuesto a tu pareja al más doloroso de los dolores: el hecho de un día enterarse de que toda vuestra convivencia fue un gran fraude.

Lo más grave de la traicón es el daño que produce en uno mismo el secreto acumulado, lo no dicho, las maniobras oscurantistas que nos obliga a realizar. En ocasiones me siento traicionando conversaciones por no decir absolutamente mi verdad crítica, guardarla me hace daño, me aleja de mi interlocutor. Si tu verdad para otros es violencia, entonces te sientes forzado a utilizar estrategias. Si la conversación no es leal, nada puede serlo después.

Creo que son miserables todas esas relaciones engañosas, toda una vida escondiendo una vieja traición o infidelidad. Pero a veces es difícil tener que escoger. ¿Traicionar a los otros o traicionarse a si mismo?.