viernes, marzo 03, 2006

Mi padre Acusa

"¿Cuánta perseverancia, decisión y arrojo se requiere para ser libres?Sin duda que mucha, porque podremos juntar todas las lágrimas y noseremos libres. Pero, si sumamos todas las resoluciones, las fuerzas, ytodos los heroísmos cotidianos, nacerá la nueva vida."
Manuel Guerrero Ceballos

Comienza el mes de marzo y se aproxima otro aniversario del asesinato demi querido padre. Como recordarás, él es uno de los tres profesionalesdegollados el 30 de marzo de 1985 a manos de Carabineros de Chile, enpleno Estado de Sitio.Una forma de traerlo al presente es dándole la palabra, para que su vozresuene nuevamente, rozando con su humanidad a quienes lo quieranescuchar. Estoy convencido que él murió a la vida.Por ello, a partir de hoy, comenzaré a difundir día a día, hasta llegaral 30 de marzo, una serie de escritos que conservo, en los que se dirigea sus compañeros y compañeras de ayer y del presente.
LA VÍSPERA
Acompañado con un libro de Neruda, algunos discos de la joven músicachilena, radio Moscú, mi compañera y mi hijo me dispuse a someterme a unobligado reposo hasta curar el rebelde resfrío que por semanas meperturbaba.Eran días fríos y duros de principios de junio de 1976. Santiagomostraba la crisis.Los últimos días otoñales habían graficado, una vez más, la situacióneconómica angustiosa. La lluvia desnudó la miseria, impulsando acentenares de niños y mujeres - preferentemente - a recorrer casa trascasa implorando un mendrugo de pan. La venta de los más inverosímilesproductos en los microbuses, tales como elásticos, botones, dulces,ganchos para la ropa, hilos y agujas, parches sanitarios, lápices ycuadernos, mostraba la amplia participación popular en la "economíasocial de mercado". Chile había ingresado a la economía del Candy. Lacesantía era disfrazada con variados oficios y subempleos. Más de lastres cuartas partes de la población trataba de vender algo a la restanteporción de habitantes, transformando cada lugar en un mercado persa.La limosna, los pordioseros, la disputa de los tarros de basura con losperros era la nueva geografía humana del país.La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos sesionabaen Santiago. Los trabajadores del plan empleo mínimo, formado porcesantes, que laboraban en las municipalidades sin imposiciones ni leyessociales y con salarios de hambre, eran ocupados en sacarle lustre a laciudad, pintando paredes, tapando basurales con improvisados jardines,borrando propaganda antijuntista, erradicando campamentos de familiasmiserables a lugares menos visibles.Radio, televisión y diarios convocaban majaderamente a los jóvenes a una"espontánea" manifestación de apoyo a los dictadores que denominaron“respuesta al mundo”.El tema del momento era el debate sobre la situación de los derechoshumanos del país, que la OEA examinaba, así, mientras los tiranosadobaban, pulían e intentaban limpiar el país de opositores y detenían aniños menesterosos para exhibir una nación ordenada y sin miseria agusto de observadores de salón, el pueblo expresaba su opinión. El ríosubterráneo de la oposición antijuntista se movilizaba. El terrorpoliciaco no paralizó la pujante, audaz y heroica voz de lostrabajadores, las mujeres, los jóvenes, los profesionales que decían:"esta es la realidad de Chile, si desea conocerla véala; este país no esuna taza de leche, no obstante la muerte que reina por las calles existey se manifiesta la resistencia patriótica de los antifascistas".Mujeres con sus hijos, niños con sus padres, jóvenes con sus pololas,obreros con sus choqueros, transportaban la verdad de Chile.La Junta volvía a ser el centro de las denuncias y a diario debíaresponder a uno u otro cargo, que por mil senderos llegaban a manos delos periodistas y diplomáticos. La Central Única de Trabajadores hacíaen un amplio documento la radiografía del mundo de los trabajadores yexigía una respuesta sobre decenas de dirigentes sindicalesdesaparecidos. Un grupo de juristas denunciaba cada uno de los derechosfundamentales del hombre conculcados. Las mujeres indicaban como sedesintegraba la familia con la miseria y el hambre que obligaba a losniños a ausentarse de las escuelas y acudir a comer a comedoresinfantiles -verdaderas ollas comunes-, el marido que deambulaba ciudaden ciudad y emigraba al extranjero en busca de trabajo y con losestragos del alcoholismo, la vagancia, la delincuencia, la drogadicciónfrecuente y la prostitución juvenil. Los jóvenes repudiaban launiversidad selectivamente aristocrática, la deserción escolar, la faltade fuentes productivas que frustraba las posibilidades de trabajo,recreación e incluso de matrimonio a millares de muchachos.La multitudinaria voluntad popular expresada esos días mostró el ánimodel pueblo chileno, su espíritu de pelea, la inteligencia en eldesarrollo de múltiples formas de lucha, su arrojo en las acciones demasas.Me emocionó ver en las calles volantes y rayados excelentes hechos porlos jóvenes antifascistas. En la calle Pajaritos, en la comuna de Maipú,nos detuvimos, con un compañero, a leer el periódico "UnidadAntifascista" que por decenas estaba en las veredas. Pensamos, en aquelinstante, todo el esfuerzo, ansiedad, riesgo, amor y convicción puestosen cada letra del diario clandestino, que veía la luz para hacerse carneen los lectores, que con apariencia distraída se detenían, leían y semarchaban con una nueva esperanza en sus rostros. Ese periódico siendoclandestino, era un espejo de lo que sufría, sentía y aspiraba el pueblochileno.Explosiva alegría sentimos cuando en la televisión personeros juntistasmostraron un manifiesto del frente juvenil patriótico antifascista quellegó a las manos de los diplomáticos entregado por las propiassecretarias del cuartel fascista - el edificio Diego Portales - que nodudaron en distribuir profusamente un elegante sobre con membrete de ProChile (Departamento de Exportaciones de la dictadura) y que íntegramentefue confeccionado por los jóvenes patriotas.El combate del pueblo no se detenía. Una voluntad indominable dabafuerzas para seguir capeando la represión, organizándose en cada lugar,impulsar la unidad.Leía a Neruda. Era un libro en prosa donde el gran poeta narra susviajes dentro y fuera del terruño natal. Cuenta de esa larga tradicióninternacionalista de los trabajadores chilenos. Allí recuerda Lota,donde los mineros del carbón saludaron en una oportunidad en el silencioy oscuridad de la noche austral con sus lámparas encendidas, cualluciérnagas por el campo, a un barco soviético que atravesaba sindetenerse en el litoral chileno porque el tirano de la época prohibióque atracara en los puertos nacionales.Neruda narra sus viajes con Lafferte por la pampa y la entrañablecamaradería de los trabajadores del salitre, que alzaban la lucha contralas compañías que los explotaban despiadadamente. Cuenta que, en unaocasión, en la vastedad del desierto chileno una palabra se unió a laotra y un conmovedor himno surgió de las gargantas de esos hombres queya conocían a los comunistas desde tiempos de don Reca, y cómo esospaupérrimos trabajadores aparentemente tan distantes de la emancipacióntenían la convicción del futuro que conquistarían.Pablo Neruda recorre en su libro los países socialistas y cuenta cuántoaprendió de los hombres que construyen la nueva sociedad sin clases. Elpoeta cuenta cómo atravesó las regiones del mundo para regresar al surde Chile y en la soledad infinita de los bosques centenarios descubrióel valor de la hermandad cuando debió huir de la persecución del traidorGonzález Videla, hecho al que más tarde hizo referencia al recibir elPremio Novel de Literatura.¡Cuánto bien me hizo este libro!Reflexionaba sobre la unidad cósmica de los trabajadores de ayer y hoy,de mi Patria y de otras tierras. Sus objetivos comunes, las aspiracionestronchadas, sus realizaciones afines. Me surgió, nuevamente, elconvencimiento de que no habría poder capaz de extirpar la conciencia denuestro pueblo. Nada de lo obtenido le fue concedido gratuitamente y sitantas veces peleó, sufrió derrotas y volvió a triunfar, lo volveríamosa hacer.Impulsado por su lectura, entré al Estadio Nacional repleto de jóvenesenarbolando banderas chilenas y rojas, clausurando el Congreso de laJota; volví a Puerto Ibáñez en la distante provincia de Aysén, areunirme con los jóvenes comunistas que venían de tierras ignotas, aconversar sobre los problemas y realizaciones del Gobierno Popular entorno a las sopaipillas y el mate, mientras afuera llovía a chuzos;regresé, al interior de Ovalle donde los compañeros se comunicaban conel sonido de un riel que al golpearlo vibraba para anunciar a lasfamilias que sus hijos iban en camino a sus casas después de discutir lalucha de los campesinos por sus tierras, sólo alumbrados por lasestrellas del límpido cielo nortino; recorrí Entrelagos, a orillas dellago Puyehue y el Rupanco bailando corridos mexicanos con las muchachasCampesinas que deseaban integrarse a la lucha.En mi imaginación estuve y recorrí tantas partes que este ejercicio medio nuevos bríos y optimismos.También en esos días de enfermedad escudriñé, como tantas veces, el dialde la radio, escuchando las noticias de mi Patria que daban las emisorasdel exterior. Paradójico hecho, que para conocer la realidad de lapropia tierra, haya que atravesar el globo.En ese tiempo estaban muy en boga las encuestas de sintonía en lasradios chilenas, que realizaban empresas publicitarias bajo contrato delas propias emisoras, que para asegurarse buena ubicación en el sondeo,previamente repartían, gratuitamente, productos en los hogares para quelas mencionaran al encuestador como su radio favorita. La libertad deprensa funcionaba. Si el sondeo hubiese sido auténtico y las genteshubiesen podido responder libremente - sin temor a la represión - laemisora de primera sintonía en Chile era entonces Radio Moscú, que comoes de suponer no distribuía ningún regalo, excepto el más preciado, laverdadera información.Los chilenos nos dábamos cabalmente cuenta del papel que jugaba RadioMoscú. Cuando el país aparente mente dormía o amanecía, millares decompatriotas se pegaban a la radio escuchando las noticias de su país,de la solidaridad internacional, del pueblo organizado que crecía en elcombate.En las poblaciones, industrias, escuelas, campos de concentración y enlos propios cuarteles siempre surgía quién oía Radio Moscú. En todaspartes se grababan, escribían a máquina o a mano las noticias y sedistribuían como pancartas. A pesar de la proscripción y los cargosfascistas de detener por escuchar Radio Moscú la cadena funcionaba.El contraste brutal del patrullaje en las calles, disparos en la noche,la incertidumbre permanente con el mensaje que al tiempo entregaba laradio, la hacía querida al pueblo.En mi hogar familiar el abrazo de Año Nuevo, en medio de las lágrimaspor nuestros muertos, el recuerdo de los presos y ausentes y el brindispor el futuro, lo hacíamos en torno de Radio Moscú, que estaba al centrode la mesa, mientras alguno vigilaba.Cuando nuestro pueblo supere la pesadilla fascista, quedará inscrita lapágina de auténtica expresión internacionalista del pueblo soviético portodo lo que ha hecho por nosotros los chilenos.Los tiempos son distintos, pero las situaciones similares.En la constitución de las primeras células y bases comunistas en nuestropaís se apretaban las gargantas de los militantes cuando un compañeroexpresaba "escuché la radio y oí con claridad: Atención, Habla Moscú."El rescate y la difusión de los valores culturales propios ylatinoamericanos, siempre ha sido una de las principalesreivindicaciones del movimiento popular.El potente nacimiento de la música folklórica, de la cancióncomprometida y nueva canción chilena dieron lugar al florecimiento deconjuntos y artistas de destacada calidad que jugaron un valioso papelen la conquista y defensa del Gobierno Popular. La canción, el joven yla guitarra estuvieron en la mina, fábrica, escuela y campo llamando ala unidad y a la lucha, a respaldar el Gobierno del Presidente Allende,en el trabajo voluntario y en cada transformación revolucionaria.La junta fascista desató la razzia cultural y declaró al bombo, la quenay la guitarra "elementos subversivos".Como el alma de un pueblo no muere, renació la música y la canciónfolklórica. Centenares de conjuntos nacieron y hacían de las jornadas desolidaridad su conservatorio musical. La juventud se identificaba enespecial, con la música andina, y las guitarras, quenas y bombos eranacompañados por tarkas, zampoñas, pinquillos, rondadores, matracas yotros instrumentos para desesperación de los fascistas.Algunas de estas agrupaciones folklóricas grabaron discos y las que nopodían hacerlo, la mayoría, grababan cintas que circulaban profusamente.Este era un canto abierto y público, y a pesar de los esfuerzosjuntistas no lograron manipularlo.Durante los días que narro, escuché discos y grabaciones de esta jovencanción chilena, alguno de cuyos autores e intérpretes habían ido aparar a las cárceles por cantar a viva voz y hablar de Pablo Neruda,Violeta Parra, Víctor Jara, Héctor Pavéz y Rolando Alarcón comoelementos consustanciales de nuestra cultura.Otra cosa - aunque confluyente - es lo que realizaban los jóvenes comoexpresión de la resistencia. A la par de los periódicos juvenilesclandestinos, "Liberación", "Pica Pica", "Dulce Patria", "El cabroPérez", "El grito", "El deportista" y decenas de otros, nacieron "CantarJuvenil", dedicado a la poesía combatiente; "Canción de la Resistencia",con cantos y posturas para guitarra, y "Grabados antifascistas" queincluía xilografías de jóvenes artistas.Verdaderas obras de arte popular nacían de la lucha contra el fascismo.Estaba en casa, esos días de junio, con mi compañera que se encontrabaembarazada de cuatro meses y medio, y mi pequeño hijo de 6 años, conestos pensamientos y sabores.Mi hogar era como el de tantos en Chile. Buscaba ser un oasis en mediodel desierto. Las privaciones y sobresaltos los suplíamos conentendimiento y amor. En nuestra medida aportábamos al combateantifascista.Esto ocurría, mientras afuera merodeaban los gangsters de Pinochet.Manuel Guerrero Ceballos.
PD: muchas gracias Manuel por hacerme parte, se agradece profundamente.

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